lunes, 3 de junio de 2013

Raymond Williams. Cultura y Sociedad: conclusiones.


El término cultura de masa surge en los Estados Unidos en el campo político conservador, entre el final de la década del treinta y el fin de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los cuarenta se tornaron de uso corriente las denominaciones “comunicación de masa”, “medios masivos” y “cultura de masa”. Es en este momento cuando se inician las investigaciones sobre comunicación, que intentan comprender el impacto de los mensajes junto a las audiencias y el público. El hecho de que estas investigaciones surgieran en Estados Unidos es sintomático, es decir, mientras que en los países industrializados de Europa había una movilización a causa de la guerra, en Estados Unidos el debate intelectual se centraba en los filmes de Hollywood, la radio, la publicidad…

Raymond Williams expresa una reticencia compartida con diversos intelectuales respecto a la idea de “cultura de masas”. La obra de Williams es dilatada y heterogénea, engloba desde la teoría literaria, la creación literaria, los medios de comunicación y la teoría cultural. En la conclusión de su libro Cultura y Sociedad, realiza una crítica del concepto de masa (masa y masas, cultura de masas, observación de masas, comunicación de masas…) y elabora la siguiente observación: “Masa fue una palabra para sustituir multitud. De hecho, no hay masas; existen apenas maneras de ver a las personas como masas”. Esta proposición de Williams deriva de un análisis anterior en el que considera el modo en que el término está penetrado por mandatos ideológicos. Sintetizando sus críticas podemos decir que considera que el concepto de masa lleva inserta una concepción de la audiencia, siendo la ideología “natural” de aquellos que controlan los medios y se lucran con los mismos. Williams considera que “La teoría completa de la comunicación de masas depende, esencialmente, de una minoría de algún modo explotando a la mayoría”, es decir, no se analiza la recepción y lleva implícita una idea de comunidad, de explotación de unos hombres por otros. A Williams le parece claro que los medios de comunicación de masas no producen la cultura popular o de clase obrera, producida para ellos pero no por ellos. La clase dominante controla la herencia cultural, siempre selectiva, pero eso no implica que ahogue la creación de una cultura obrera.

Williams sugiere la existencia de cuatro grandes sistemas de comunicación en relación al grado de libertad y control: autoritario (monopolio del grupo hegemónico), paternalista (censura), comercial (libre mercado) y democrático (comunicación real). Considera que la revolución de los medios de comunicación es inevitable y beneficiosa, siendo expresión del proceso general de “emancipación humana”. El objetivo es una democracia activa y culturalmente educada.

“Si el hombre es un ser esencialmente creativo, con afán de aprender y comunicativo, la única organización social adecuada a su naturaleza es la democracia participativa, en la cual todos nosotros, como individuos únicos, aprendamos, comuniquemos y dirijamos”.

(Williams. The Long Revolution. Chatto and Windus, London, 1961, p. 100.)

Williams sitúa el arte dentro del proceso general de descubrimiento y creación humana, ya que es parte del proceso comunicativo como un todo, puesto que “la comunicación es el proceso de convertir la experiencia única en experiencia común”.

A modo de conclusión, podemos decir que para Raymond Williams la cultura es ordinaria ya que explica un modo de vida que no pertenece a unos pocos, sino que compromete todas las costumbres cotidianas y a todos los individuos. Añade Williams que la cultura popular se puede calificar de mala, pero no se puede identificar con la clase trabajadora, ya que una cosa son los bienes de consumo masivo y otra lo que la gente hace con ellos. Por eso, mira al futuro con optimismo, con una confianza en la cultura como agente transformador y democrático.

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