Siempre se ha dicho que el papel
tradicional de los medios de comunicación de masas era el de informar, formar y
entretener. La labor fundamental de los medios de comunicación es la de informarnos de lo que sucede en el
mundo. Gracias a periódicos, radio, televisión o internet estamos informados de
los últimos sucesos. Gracias a ellos también nos formamos, es decir, a través de revistas especializadas, programas
específicos de televisión o páginas especializadas en internet podemos instruirnos
sobre casi todo lo que queramos. Y finalmente nos entretenemos, gracias a todo el atractivo que los medios nos
ofrecen, ya sea mediante la televisión (películas, series, animaciones,
concursos…) como en internet (juegos, páginas multimedia…).
Pero estas tres premisas básicas
se complementan con otras funciones que pueden ser un arma de doble filo. Los
medios de comunicación son un recurso perfecto para anunciar todo tipo de
productos y marcas, debido a que llegan a muchísimo público. Además,
generalmente los medios de comunicación son empresas privadas cuya finalidad es
la obtención de beneficios, y por ello cada vez
más los anuncios invaden la programación. Al mismo tiempo gracias a este
poder de difusión son un medio perfecto para divulgar ideologías y determinadas
formas de pensamiento. Son muchos los que creen fervientemente que los medios
de comunicación tienen una clara función ideológica y todo lo que se dice en
ellos está previamente controlado por los grupos de poder político y económico.
Según ellos, si los grupos de poder consiguen que se transmitan determinadas
ideas e ideologías a través de los medios, posteriormente les resultará más
fácil conseguir adeptos, y eso se transforma en mayor número de votos en las
elecciones.
El papel de los medios de
comunicación en la política contemporánea nos obliga a preguntar por el tipo de mundo y de sociedad en los que
queremos vivir, y qué modelo de democracia queremos para nuestra sociedad.
Los inicios de la sociedad de
masas datan de antes de los años 20 del siglo pasado. Los libros y los diarios
son los medios de comunicación que ayudaron a configurar la opinión pública y a
canalizar los debates en la sociedad. El momento de mayor apogeo de los medios
de comunicación de masas moderno surge a raíz del diario de información
general. Es entonces cuando la sociología se empieza a interesar por los medios
de comunicación. Es a principios de siglo cuando se empieza a tener una
conciencia real sobre el papel social de la prensa. A pesar de que empiezan a
surgir las primeras desconfianzas sobre el uso de los medios, las opiniones
predominantes consideran que gracias a los diarios se está informado y que la
prensa contribuye al progreso social y cultural de la población.
Bajo el mandato de Woodrow Wilson
se llevó a cabo la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por
un gobierno.
Wilson fue elegido presidente en
1916 como líder de la plataforma electoral Paz
sin victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La
población era muy pacifista y no veía ningún motivo de peso para formar parte
del conflicto internacional, sin embargo, Wilson había decidido que el país
tomaría parte en el conflicto, por tanto, debían pensar en alguna fórmula para
inducir a la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Por
ello se creó una comisión de propaganda gubernamental denominada Comisión
Creel, que logró convertir tan sólo seis meses a la población pacífica en otra
histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo aquello que
oliera a alemán y salvar a todo el mundo.
Entre los que participaron
activamente en la guerra de Wilson, se encontraban intelectuales progresistas
del círculo de John Dewey Estos muy orgullosos por haber
demostrado que lo que ellos llamaban los
miembros más inteligentes de la comunidad, es decir, ellos mismos, habían
sido capaces de convencer a una población reticente de que se debía ir a la
guerra mediante un sistema de aterrorizarla y suscitar en ella un fanatismo
patriotero. Los medios que se emplearon fueron muy amplios. Se fabricaron
montones de atrocidades supuestamente cometidas por los alemanes, en las que se
incluían niños belgas con miembros arrancados y todo tipo de cosas horribles
que todavía hoy se pueden leer en libros de historia. Pero la cuestión clave
era la de controlar el pensamiento de los miembros más inteligentes de la
sociedad americana, quienes divulgarían la propaganda elaborada por el gobierno
y llevarían al pacífico país a la histeria propia de los tiempos de guerra. Y
funcionó, al tiempo que enseñaba algo realmente importante: cuando la
propaganda que el propio estado divulga recibe el apoyo de las clases de un
nivel cultural elevado y no se permite ninguna desviación en su contenido, el
efecto puede ser enorme. Para recabar el apoyo de la población, normalmente
pacifista, hay que aplicar ciertos estímulos, y para estimularla hay que
asustarla. Una lección ya aprendida por Hitler y por muchos otros, cuya
influencia ha llegado a nuestros días.
Las primeras concepciones sobre
los medios surgen entre los años 1920 y 1940. La aparición de la radio fue un
importante hito comunicativo en este periodo entreguerras. La prensa y la radio son instrumentos para lo
mejor y lo peor; constituyen medios de información y cultura al mismo tiempo
que medios para la propaganda. La propaganda política ocupa un lugar central en
las estrategias de los regímenes fascistas europeos y del soviético. El
psicoanálisis, por su parte, muestra la posibilidad de utilizar mecanismos que,
dirigidos directamente al inconsciente, burlen la actuación consciente de las
personas. La Escuela de Fráncfort denuncia el ascenso de la irracionalidad nazi
por la capacidad de condicionamiento de los nuevos mecanismos de propaganda.
Surge otro enfoque sobre los
medios de comunicación; la teoría del “proyectil mágico” o “aguja hipodérmica”,
en la que los mensajes de los medios de comunicación se insinuarían “bajo la
piel” e irían a atacar a los miembros del público exactamente como sucede con
una inyección con una aguja hipodérmica, sin ninguna posibilidad de mediación
por parte de los receptores. Uno de los acontecimientos que tuvieron el efecto
de confirmar este sentir común acerca de los efectos de los medios de
comunicación es la emisión, producida el 30 de octubre de 1938, del drama
radiofónico La guerra de los mundos, a partir de la novela de H.G. Wells, bajo
la dirección de Orson Welles.
Dicha emisión se hizo famosa por
desencadenar el pánico entre los radioyentes, algunos de los cuales salieron a
la calle aterrorizados en la convicción de que el país estuviese invadido por
marcianos. Este evento constituye uno de
los casos paradigmáticos que dan testimonio del poder de influencia de los
medios de comunicación; un poder inmediato, sin resquicios, mecánico. La
“invasión de Marte” estimuló varias respuestas y creó un suelo fértil para el
estudio de numerosos fenómenos sociales. Tanto Hovland como
Lazarsfeld inician sus investigaciones sobre la influencia de la
propaganda.
Entre los años 1940 y 1960 los
estudios de comunicación se convierten en una disciplina. A pesar de que se
acepta que la comunicación de masas pueda producir disfunciones, se considera
que los medios de comunicación son un instrumento imprescindible para el
desarrollo de la democracia.
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(www.taringa.net) |
Entre 1960 y 1980 el auge y el
cuestionamiento de la cultura de masas siguen más latente que nunca. Durante
esta época, especialmente entre los 60 y los 70 nos encontramos con el máximo
auge de los medios de comunicación y cultura de masas. Por un lado las
investigaciones de Lazarsfeld y Katz señalan que los efectos de los medios de
comunicación son limitados, por otro, autores como Mc Luhan o Marcuse señalan
que los medios modifican profundamente la percepción de las personas y de la
vida social.
Nos guste o no estamos inmersos
en una sociedad donde los medios de comunicación tienen un papel central, por
lo tanto, tenemos que aprender a entender, interpretar y criticar sus mensajes.
Nos enseñan cómo vestir, cómo consumir, qué aspecto debemos tener, cómo
reaccionar ante miembros de grupos sociales diferentes al nuestro, cómo ser
populares, cuáles son los caminos que nos llevan al fracaso y cómo actuar
dentro del sistema de normas, valores, prácticas e instituciones.
El consumo de televisión se ha
convertido en una de las características más distintivas de nuestra sociedad.
Los altos promedios en el visionado de este medio de comunicación denotan un
impresionante poder e influencia que ha adquirido en todas las capas de la población,
sin ninguna distinción de sexo, edad, nivel cultural o generacional. La
televisión es un electrodoméstico más en nuestros hogares que cumple una
función insustituible en la sociedad de consumo en la que vivimos. Pero además
no es exclusivamente un objeto de consumo, sino que también plataforma y
trampolín para otros consumos, ya que desde este medio se nos invita e incita a
consumir todo tipo de productos, objetos, modelos de referencia…
La calidad y la cantidad del
consumo televisivo son dos ejes de una realidad que todavía hoy está por
meditar. La cotidianeidad del visionado televisivo ha conseguido convertirlo en
algo natural y cercano, hecho que hace que parezca que no sea necesario meditar
y reflexionar sobre las consecuencias que puede tener, y mucho menos que
requiera un aprendizaje para un consumo inteligente del mismo. Los medios de
comunicación actuales son el reflejo de nuevos lenguajes que hay que saber
interpretar para comprender sus mensajes y disfrutar y aprender con y de ellos.
El masivo consumo de los medios se ve acrecentado por ser además puente para
otros consumos. En la actualidad,
prácticamente todo debe pasar por la televisión si quiere tener éxito social,
prestigio y en definitiva un buen balance económico. Esta doble propiedad de la
televisión demanda cada vez más formación de los ciudadanos para que comprendan
este medio, como usuarios y consumidores inteligentes del mismo.
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